viernes, 11 de julio de 2008

Bocaditos deliciosos para empezar

Pequeños joyas de la literatura



1976, Libertad: Pájaros prohibidos Eduardo Galeano

Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros. Didasko Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la carcel. Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didasko le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas: - ¿Son naranjas? ¿ Qué frutas son? La niña lo hace callar: -Sssshhhhh Y en secreto le explica: - Bobo, ¿ no ves que son ojos? los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.
Cuentecito con la letra D
Después de depositar delicadamente dos docenas de dalias donde Diana dormía, Daniel decidió dejarla. Dos dedos delgados, deliciosos, de Diana, descansaban detrás del drapeado dosel.
“Dick dice disparates –discurrió. Duerme, dulce, Diana. Dentro de diez días descubrirás dónde debí dirigirme.
Dolorido, desesperado, Daniel deambuló dejando Detroit.
Diana despertó. Desperezándose, dijo:
"¿Dalias? ¡Doscientos dólares debió dejarme! ¡Degenerado!”.
Destapó dos damajuanas dietéticas, deglutió diez damascos, deshojó doce dalias… Disparó… Detroit dormía.